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Estudio de Jo Köser

Press

Diario de Morelos, 24 de Marzo 2010

"Dónde nacen las esculturas"

Exposición privada de bellas esculturas

El pasado sábado tuve el placer de asistir a la exposición de esculturas que Jo Köser presentó en su casa taller de la Colonia 3 de Mayo. Me esperaban varias sorpresas; desde la entrada un muro blanco que en sí es una escultura que muestra el discurso plástico de Köser, luego un frondoso jardín entre cuyo follaje aparecían, como mimetizadas con el entorno una serie de esculturas, mientras otras se exhibían, con excelente museografía, en el interior de la casa.

 

La otra sorpresa fue encontrar a la mayoría de los grandes escultores de Cuernavaca, sorpresa porque por lo general los artistas plásticos tienden a convertirse en islas dentro de su propio entorno, ¿estarán rompiendo el capelo para convertirse en un gremio? Lo cual seguramente sería beneficioso al propiciar un diálogo plástico.  Efectivamente estaban allí: Adriano Silva y su hijo Adriano (joven escultor), Xérxes Díaz, Myriam Pérez, Jesús Franco, pero lo más sorprendente fue ver llegar a la maestra Elizabeth Catlett, decana de los escultores cuernavacenses, en silla de ruedas con sus más de 90 años, se hizo presente para contemplar la obra de su joven colega, quien la condujo para que pudiera apreciar cada obra, escuchando seguramente sus sabias apreciaciones sobre su trabajo. Todos hubiéramos deseado oír sus comentarios, pero nadie quiso interrumpir ese mágico momento entre dos artistas en distintas etapas de sus respectivas vidas.

 

Con un discurso plástico totalmente diferente, Catlett y Köser tienen en común no sólo su amor por la forma tridimensional, sí no también una historia que los ha conducido desde su país de nacimiento a México. En el caso de la maestra Catlett nació en Wahington D.C. el 15 de abril de 1915 y el joven maestro Jo Köser nació en Hamburgo, Alemania el 11 de junio de 1959. Ambos han fijado su residencia en Cuernavaca, confirmando con su presencia y su producción el encanto cosmopolita de nuestra ciudad, clima y vegetación donde todo, florece hasta los artistas.

 

Pero, regresemos a la escultura de Jo Köser; la línea limpia, casi minimalista, que logra expresar todo un universo de seres y emociones, sirviéndose de materiales simples como la piedra y el hierro, éste en su forma industrial; la varilla. La obra de Jo Köser, es una obra madura, donde los recursos técnicos están sabiamente utilizados en beneficio del resultado artístico, un exitoso recorrido desde el diseño de muebles de vanguardia, arquitectura de espacios interiores, objetos lumínicos, escultura en acero, concreto y yeso, y por supuesto, el uso del movimiento como una tercera dimensión dentro de los objetos y esculturas. En todas estas instancias hay una búsqueda constante, muchas preguntas del artista frente al material pero, afortunadamente, también hay muchas respuestas. Un sabio quehacer que, como joven escultor, a no dudar habrá de llevarlo cada vez más allá en el campo del lenguaje escultórico.

 

Muchas de sus obras tienen movimiento, muy distante de Calder y las primeras expresiones de movilidad en la escultura, que llegaron incluso a utilizar pequeños motores, aquí el movimiento es el efecto reiterativo de un impulso humano (El trabajador), lo que confirma su vocación minimalista, en el resto de su obra, aparentemente inmóvil, está presente la tensión dinámica, como si el personaje hubiera sido atrapado en “el instante del movimiento”. También las piedras tienen la facultad de rotar sobre sus ejes y con esto regreso a mi comentario inicial acerca del muro de entrada, dos huecos ovales en cuyo centro una simple varilla sirve de eje a dos hermosas piedras oscuras, este muro separa el acceso a la casa del taller, o sea su utilidad es innegable sin que eso le reste nada al bien logrado esteticismo. Deberíamos reflexionar, a partir de dicha propuesta el como el arte en general y la escultura en particular deben integrarse a la arquitectura, practica habitual en las antiguas culturas de Grecia y Roma.

 

Otra obra que llamó poderosamente la atención por su simplicidad expresiva y su encanto es una familia de piedras con piernas y brazos de fierro, que parecían pasear tranquilamente sobre el césped, la economía del gesto escultórico sirve para acentuar tanto la expresión individual como grupal, esculturas que aún en su condición de síntesis, parecen estar presentes sin ocupar demasiado espacio, como quien se nos acerca buscando una caricia pero sin exigencias, tienen la facultad de hacérsenos amigas, sin demasiado ruido. Esta relación entre el espacio ocupado y el espacio vacío, que tiene algo de la filosofía y el arte Zen, acerca el quehacer de Köser al del gran ausente: Eduardo Chillida. Resulta hermoso comprobar como el empleo de materiales fuertes, trabajados con fuerza creadora, pueden resultar tan sutiles como la frágil presencia de una línea sobre el agua.

 

En vista del gran éxito alcanzado, hemos pedido a Jo Köser que repita la experiencia, por lo cual el próximo sábado a partir de las 20:00 Hrs. nuestro amable lector podrá visitar esta muestra en la calle de Oaxaca #52, Colonia 3 de Mayo. Estoy segura que encontrarán inspiradoras ideas para su propio entorno. Sería imposible entrar en el análisis de cada obra por lo cual son ustedes mismos quienes pueden apreciarlas en las magníficas fotos de nuestro amigo Antonio Berlanga.

María Gabriela Dumay

Crítica de Arte

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