Diario de Morelos, 01 de Septembre 2010
Jo Köser, Gran exposición en el Borda,
"Mundos en Movimiento"
De un lado la influencia de la escultura moderna en la técnica y el tratamiento de las piezas; del otro, el interés del escultor Jo Köser (Hamburgo, Alemania, 1959) en la interpretación de un mundo habitado por seres que se declaran vivos y habitados por dualismos.
El contraste extremo entre los materiales empleados le viene a Köser de lo aprendido en los museos y los libros de arte, pero también de su formación como artesano y herrero. A él se debe, en este campo, el diseño de la antesala del teatro “Scala” en Hamburgo, cosa que habrá de tomarse en cuenta a la hora de sopesar las diversas intenciones que basan su obra.
En varias de las piezas expuestas en la Sala Rufino Tamayo, del Centro Cultural Jardin Borda hasta el 17 de octubre, se aprecia el contraste entre el acabado terso del metal y la rugosidad de la roca en bruto. Con ello busca despertar la consciencia y los sentidos. “Para mí, el bloque de concreto representa lo urbano, pero además, la geometría de la que se desplantan las piezas es la razón. Lo de arriba, en cambio, cada personaje sobre su roca particular debe leerse como el cosmos que cada uno somos. Juntos creamos un caos que fluye. Eso es lo que me interesa destacar”, dice el autor a quien entrevisto por teléfono después de haber visitado su muy bien planteada retrospectiva en días pasados.
Tal tratamiento no sólo logra inscribir las piezas en el decurso del arte contemporáneo; consigue, asimismo, que el espectador transite fácilmente entre lo visual y el sentido figurado de cada obra. En “Trotamundos” y “Molino de oración”, por ejemplo, también llegamos a la conclusión de que estamos vivos por obra y gracia de un milagro, del cual somos sujetos y operadores al mismo tiempo.
--Nos movemos, dice el autor, refiriéndose a los desplazamientos en el espacio que efectuamos los seres humanos, pero también al constante fluir de las cosas, al cambio de perspectivas, al deseo de mejorar. Estamos a la caza constante de algo.
--Somos seres anhelantes, deseosos de desear. Somos nosotros quienes empujamos la vida. Nos nutre Eros, pienso yo esta tarde lluviosa, frente a las imágenes de sus esculturas en mi computadora.
La luz como elemento compositivo
Jo Köser maneja la idea de la luz como un elemento más de la composición escultórica en una pieza que me interesa destacar por su contundencia. No se trata, como podría pensarse, de que la luz resalta o construye los volúmenes de la misma, sino de que Köser juega al mismo tiempo con la idea de la bidimensionalidad proyectada.
Colocada cerca de la pared, una mujer de lámina de fierro de 3mm., proyecta su curveada silueta en el muro ofreciéndose como imagen plana susceptible de ser leída desde otro lugar de la facultad interpretativa. La misma, vista en la pared lleva a pensar en la sensualidad del cuerpo femenino, no obstante, a medida que la giramos, nos percatamos de que la pieza está atravesada por pivotes de fierro, mismos que no se perciben en la sombra del muro.
--¿Qué sucede?, le digo, cuando dos lecturas contradictorias se desprenden de una misma obra artística? ¿Qué lleva al autor a proponernos una recepción contrastada? “Son los dos lados de un ser humano –me dice--, son las filosofías dualistas las que me inspiran en este caso, la idea del bien y el mal, lo bueno y lo malo, la tristeza y la alegría, los complementos que nos construyen. Es lo que llevamos dentro. Ella es a simple vista una figura que posa, es bella, pero luego también aparece algo que no puedes definir. Es algo violento. Tratamos todo el tiempo de esconder esta parte, queremos mostrarnos como buenos y planos desde el punto de vista emocional y no es así. Quiero que la gente se haga consciente de sus contradicciones” me aclara.
--O de sus complementos, pienso yo, al constatar que esta dialéctica se vuelve a hacer presente en las piezas tituladas “Femenino-Masculino” y “Complemento”, ahora ya a partir de una lectura desprovista de juicios morales.
--“Las formas se complementan, me dice, uno busca parejas para complementarse, nos juntamos con los contrarios, para mí es como ley cósmica. El taoísmo y el ying y yang vienen a apoyar la interpretación de esto que simplemente sucede. La figura de la entrada, la que se llama “Complemento”, incluye lo femenino y lo masculino, Abajo la figura recibe, pero arriba ataca o entra en la otra. Así funcionan las relaciones; la mujer recibe al hombre, pero lo mismo sucede al revés, el hombre recibe a la mujer. Eso no tiene nada que ver con matriarcados o patriarcados. Es el principio de la diversidad de la cual formamos parte.
Artesanías con propuesta
La serie “Piedras felices” es tal vez lo que más se conoce de Jo Köser en Cuernavaca, ciudad en la que habita desde el año 2002. Y lo es no sólo porque desde el punto de vista del mercado de arte estas obras se colocaron como afortunados objetos artísticos, como artesanías de altísimo nivel, sino porque llevan el mensaje más allá del ámbito lúdico.
Se trata de piedras antropomorfizadas de varias dimensiones a las que se les han añadido sintetizados brazos y piernas de varillas de hierro. Dan la idea de caricaturas y por supuesto representan niños, almas puras. La propuesta proviene del “object trouvée” duchampiano, son piedras encontradas al paso de la vida, pero al tomarlas como concepto de algo más y meterlas en el entorno artístico, museístico o doméstico, las mismas adquieren una serie de significados fabulosos.
El movimiento en abstracto
“Todo se mueve, nada es inamovible” es la frase que apoyando el diseño museográfico, nos acompaña durante el viaje por el mundo de Köser. La misma, inspirada en las propuestas de Jean Tinguely, quiere indicarnos que el desplazamiento en el espacio de algunas de sus esculturas abstractas de madera y lámina de acero no son mecánica en vano, sino una dinámica que requiere interpretaciones simbólicas.
--“En este caso me gusta que el espectador se convierta en parte de la obra; al moverla y actuar, se comunica con eso que puede recordarle al hombre trabajador, al que forma parte del mundo moderno, de las sociedades industrializadas”, dice.
En fin, que espero que el presente texto conmueva al amable lector, que lleve a la culta lectora hasta el Jardín Borda a ver la exposición. Si se identifica con lo aquí expuesto y entiende que el valor del arte reside en el hecho de que funciona como un espejo, entonces usted y yo no habremos ganado un lugar en el cielo.
María Helena Noval
Historiadora y critica de arte
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